Cerca ya del final de esta intensa serie de reflexiones fotográficas sobre lo humano en relación con la máquina y la tecnología, el músico Luis Escalada nos propone para este mes de noviembre un collage digital, una fotografía intervenida desde la que nos plantea una escena de ciencia ficción tórrida y apocalíptica que se abre, bajo la óptica del Fantasma en la máquina, a multitud de interpretaciones y sentidos.
Para elaborar sus composiciones se sirve de la fotografía desvirtuada, manipulada con descaro para generar nuevas realidades saturadas cercanas a la ilustración. Creador de mundos fantásticos (en muchos de ellos aparece el propio autor con fina ironía), Escalada utiliza, en primer lugar, la cámara fotográfica para crear sus imágenes; fotos que realiza tanto de paisajes como de objetos cercanos, y que convierte después informáticamente en elementos replanteados que generarán lugares nuevos, efectos sorprendentes muy lejanos en muchos casos de la huella original tomada siempre de lo real cotidiano. La imaginación salta entonces al poder y la imagen encontrada y el azar intervienen de forma sorprendente este proceso creativo que compone, descompone, modifica y retoca, reinventa los documentos originales posibilitando jugar con la realidad e imaginar mundos fantásticos y oníricos que en el artista están frecuentemente imbuidos de un espíritu pop y kitsch, con el humor como protagonista en muchos casos.
Arqueología industrial nos plantea una extraña escena apocalíptica, postindustrial, de maquinarias obsoletas, quizás un mundo posnuclear y radiactivo, un lugar donde las entidades vivas, orgánicas, han tenido que encontrar nuevos nichos, otras formas de existencia. Un misterioso ser se cuela en la cinematográfica escena aportando un misterio: un fantasma en la máquina. No sabemos bien a qué responde, si es real o imaginario, si es de fuego o es de oro, si es un post-humano o un ángel, quizás un extraterrestre… un ser energético… un ser alquímico que tras la muerte total y el caos renace puro y sabio interpelándonos desde su cómoda postura. Cada cuál especule a su gusto en el maravilloso juego de interpretar el arte, de crear a partir de otras creaciones.
Luis Escalada de Cabo (Torrelavega, 1957) es músico. Comienza a tocar la batería a los 17 años, animado por su gran colección de discos. Hizo estudios en Madrid con el baterista uruguayo Carlos Carli. Ha tocado con un montón de grupos y artistas de todo tipo como Chema Vílchez, Bloque, Madera de Blues, Eduardo Andérez trío, Inés Fonseca, Funky Station, Varsovia, Moebius, etc. Ha grabado dos docenas de discos con artistas de Cantabria, Asturias, País Vasco y Madrid. Actualmente toca y graba con Nando Agüeros, Highlanders, Tente Nublo. Paralelamente realiza desde hace tiempo un trabajo fotográfico de gran personalidad. Se define como el fotógrafo de lo que no se ve. Compone mundos fantásticos (suele aparecer en muchos de ellos) a través de sus fotografías intervenidas y collages fotográficos de forzados contrastes, colores ácidos, temas pop, kitsch, góticos y utópicos regados de grandes dosis de sarcasmo y sentido del humor. Suele acompañar sus imágenes con textos en los que mezcla la ironía con cierta melancolía poética. Nunca ha expuesto, porque no le gustan las exposiciones con vino español y sonrisas. Es el autor de la Colección Luissen, muy popular en las redes sociales Facebook e Instagram.