Viernes 21 de junio
2o.ooh. Demolden Video Project
La idea de esta serie salió a flote de un modo inesperado y accidental, porque sus imágenes son aquellas que a primera vista descarté con alevosía. De alguna manera, el contenido de estas esculturas fílmicas está hecho de los cascotes que arrojaron los tijeretazos que le fui dando al material de 16 mm que pasaba de una bobina a otra, según buscaba imágenes que me atrajasen para las películas que venía haciendo. Sin entonces saberlo, al ir arrinconando aquello que no incluiría en nada de lo que preparaba, ponía también los mimbres para estas esculturas que sólo puedo llamar así por motivos claros: su valor objetual es lo primero que las define, y teniendo en mente el proceso de trabajo que he seguido, parece indicado referirse a ellas librándolas, en parte, de un contexto únicamente cinematográfico.
El único modo razonable de aproximarse a este trabajo es aquél que se acomode al ángulo más formalista y cerebral, porque su factura es, al menos en la idea que lo promueve, glacial.
Pero tampoco quiero dejar de subrayar que las contradicciones, afortunadamente, medran: sus cualidades plásticas, en sus ritmos e intermitencias sonoras y visuales, contradicen ese signo ártico que al principio le pudimos imputar, y el ruido continuo de los empalmes más la avalancha de imágenes de todo tipo no hacen otra cosa que dejar planeando por encima de toda la serie una nota virulenta sin matices.
Sobre el montaje, aparte de ser el desenlace frío a una operación puramente mental, escrita con lápiz y papel y cuadrada hasta no dejar sitio para las improvisaciones, me parece llamativa una doble condición: agónica, porque siempre está al borde de mandar al garete la película haciéndola añicos, y traumática, por el número elevadísmo de empalmes que ensamblan cada una de estas esculturas, las que ya están finalizadas y las nuevas por venir, dejando como contraindicación la sugerencia de evitar a toda costa la proyección de los rollos orginales; siendo exactos, el cuerpo de la Número 2, con un metraje de 120 segundos, está formado por exactamente 420 cortes de película en 16 mm con sus correspondientes empalmes de celo y, de hecho, sólo se ha pasado dos únicas veces por un proyector: la primera para la captura
digital de su imagen fotograma a fotograma, y la segunda a mayor velocidad para la toma del sonido, a 24 fps, causando lo presumible, que se perdiera el bucle de la película antes de su paso por ventanilla. Lo delicado de su estado obliga, por tanto, a evitar futuras proyecciones hasta que no se visite el laboratorio para sacar nuevas copias.
La brevedad de la duración de las esculturas que iré sacando adelante será la norma. Las dos primeras llegan a los dos minutos redondos sin contar los títulos de crédito, y es muy posible que las próximas repitan ese metraje, algo que sólo se explica por el tipo de montaje que propongo: una secuencia de elementos concretos (fragmentos de películas de ficción, publicidad, documentales, cola negra, cola roja, etc.), combinados según un patrón que los ordena y que he decidido previamente, para repetirse con insistencia hasta que su estructura se revela más que evidente, sin que haga la mínima falta seguir desarrollándola.
El número de piezas que haré no está cerrado en absoluto, y será el trabajo, según avance, el que resuelva su extensión dependiendo de mi capacidad para imaginar diferentes montajes, siempre cambiantes en cada una de ellas. Trabajaré en 16 mm, aunque muy posiblemente lo haga también en 35 mm, sobre todo cuando me incline por montar secuencias con cortes de un único fotograma.